sábado, 2 de agosto de 2008

China y la Arquitectura Contemporánea

Cuando Arturo Bordarini, observando desde su sillón de mimbre la pasividad de las aguas del río Liujiang, rubricó el famoso reporte "Anthropogenic Impact and Environmental Changes in Karst Landscape in Liuzhou, China" jamás imaginó lo que tiempo después sucedió.

El estudio fue encargado en 1979 por una ONG Australiana; y Arturo, viejo conocedor no chino de la zona, lo terminó en el invierno de 1980. Ese tomo de 137 páginas, referencia invevitable para quienes luego declararon a la región Patrimonio de la Humanidad, precisaba algunas cuestiones posteriormente discutidas, y hasta ignoradas.

En aquel momento, en las afueras de Liuzhou, una cantera de piedra caliza brutalmente gestionada dejaba al descubierto el singular interior de cinco montañas. Arturo en su informe hizo especial foco en ese sector, y sus más duras recomendaciones se inclinaron hacia la necesidad de abandonar la cantera y prohibir todo tipo de actividad en un radio de al menos diez mil metros. Bordarini alegaba inestabilidad de taludes, altísimas tasas de erosión y probabilidad de ocurrencia de movimientos sísmicos; además de ofrecer una novedosa explicación acerca del mote de "Ciudad de los Dragones" a la ciudad de Liuzhou.

Planificadores avezados, gobiernos audaces y las veleidades de la creciente clase media china hicieron atractivas las laderas demonizadas por Bordarini. En el 2006, el equipo de arquitectos holandeses MVRDV presentó el proyecto de una inmensa área residencial de lujo en esa zona.

En base a un cuidadoso estudio de las curvas de nivel y del terreno disponible, se propone que las laderas escarpadas de la superexplotada cantera de piedra caliza se revistieran con 1200 viviendas permitiendo cicatrizar las heridas del paisaje y evitando la erosión. Además, se recuperan las escombreras donde se vertían rocas de deshecho como zonas verdes. Las viviendas proyectadas consisten en pequeñas cajas alargadas, muy pegadas a la montaña, construidas con rocas locales idénticas a las que se extraían de la montaña. Estas casas, que cuentan con una muy buena vista y con ventilación cruzada, configuran finalmente un relieve escultórico aparentemente tallado en la roca.

La sustentabilidad del proyecto permitió facilmente olvidar las recomendaciones de aquel reporte de 1980. Agoreros sostenían cierta saña con su autor, recordando formas sudamericanas (ver Ciudad Bolívar, Bogotá, y Rocinha, Rio de Janeiro). Finalmente al prohibicionismo de Bordarini, se lo combatió con soluciones que al mismo tiempo rehabilitaban el paisaje y frenaban la incesante erosión. Asi nació el Longtan Park de los MVRDV, importantes protagonistas de las nuevas maneras de pensar y practicar la arquitectura: tomadores de riesgos, investigadores comprometidos, y productores de poderosas y provocativas imágenes.

El debate modernidad-posmodernidad tiene aquí un nuevo capítulo.

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