martes, 31 de julio de 2007

Bien hablado

Quienes escuchaban a Bordarini en alguna conferencia, clase o ponencia solían sorprenderse con sus cualidades de orador. A pesar de su voz aniñada, dejaba impávidos a los concurrentes ofreciendo pasajes deliciosos en cada una de sus alocuciones. Manejaba a la perfección el inglés, el chino mandarin y, por supuesto, el español. Con este último, mamado de su madre en Colombia y enriquecido en la Argentina, asombraba con un variado vocabulario que no lograba ser opacado por una única falla: agregaba una ese final al conjugar verbos en el pretérito perfecto simple para la segunda persona del singular.

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