jueves, 21 de junio de 2007

¡Es un niño!

Es un niño, dijo María Delia, una jovencita que casualmente pasaba frente a la casa de los Bordarini justo en el momento en que Azucena sentía el rigor de las contracciones. La improvisada obstetra fue la primera en tener en brazos a quien luego tendría en la palma de su mano a la hidráulica mundial.
Arturo nació la lluviosa mañana del 6 de junio de 1901 en una humilde casona del barrio San Gerardo de la colombiana ciudad de Bucaramanga. Su madre Azucena, una trabajadora del hilo, y su padre, Gino, un inmigrante italiano enteramente dedicado a la albañilería, esa mañana, vieron en los ojos de Arturo un futuro lleno de emociones. Y no se equivocaron.

1 comentario:

Pablo García dijo...

Como ingenieros que somos, me parece muy noble el hecho de rescatar del olvido a estas personas que cimentaron nuestra profesión.